Luciano Kulczewski: arquitectura para el buen vivir de las clases populares
Uno de los grandes problemas que ya se manifestaba con fuerza en el Chile de la primera mitad del siglo XX fue el de la vivienda, asociada a la exacerbación de la migración campo-ciudad de finales del decimonono. Como efecto, el hacinamiento e insalubridad en la población más pobre se hacía insostenible. Es en este marco en que se implementan políticas públicas destinadas a abordar tal crisis, donde la Ley de edificación barata viene a establecer bases concretas para su resolución. Sin embargo, el texto de la ley requería de un poder ejecutivo con un alto compromiso social que la materializara. Esto viene a suceder en la década de 1930, cuando el Partido Socialista hace alianza con el Partido Comunista y el Partido Radical, incorporando a los sindicatos de trabajadores, la Federación de Estudiantes de Chile y el Frente Único Araucano, para así dar origen al Frente Popular, el cual ofrecería su apoyo a la candidatura de Pedro Aguirre Cerda, quien sería elegido como presidente de la república en 1938.
En este escenario es donde Luciano Kulczewski, un destacado arquitecto de la Universidad de Chile, es invitado por Aguirre Cerda bajo el lema: pan, techo y abrigo, para formar parte de su gobierno, nombrándolo como administrador de la Caja del Seguro Obrero Obligatorio, puesto que le permitirá poner en práctica sus convicciones sociales levantando proyectos habitacionales pensados específicamente para la realidad obrera bajo la premisa de la vivienda digna y la vida comunitaria. “La política de la vivienda debe ser dar habitación higiénica, confortable y bella, que tienda a reconstruir el hogar, la familia proletaria, y con ello recuperar para la sociedad, justa y armónicamente organizada, a la inmensa mayoría de nuestros ciudadanos” (Damir Galaz, Edificios colectivos de La caja del seguro obrero obligatorio de Tocopilla, 2011), indica el profesional, a partir de un diagnóstico preciso respecto a cómo se había estado implementando el sistema de vivienda para los sectores populares: “Se gasta ingenio y tinta en buscar soluciones que van desde el material inverosímil hasta planimetrías absurdas, como nichos de cementerio; o se buscan terrenos que, por su precio, linden a páramos o basurales en los extremos de las ciudades, creando a sus viviendas nuevas y crueles diferencias. El conventillo pueblo no puede romperse nunca mientras exista esta política. La realidad nacional sudamericana es una práctica igual para todos: conventillo tugurio y como resultante: morbilidad y mortalidad” (Kulczewski, Primer Congreso Panamericano de la Vivienda Popular, 1939).
Esta visión social, influida por el racionalismo de la modernidad, queda plasmada fundamentalmente en el norte del país, en las ciudades de Arica, Iquique y Antofagasta, y en menor medida en Santiago y Valparaíso. El edificio colectivo de Kulczewski consideraba calefacción, lavandería, taller de costura e industrias caseras, restaurante, club social, biblioteca y cooperativa de consumo, con unidades destinadas a familias de dos a seis personas. Todo conjunto habitacional debiese estar dotado de arquitecturas complementarias que entreguen servicios comunes que ofrezcan “todo aquello que completa la vida del hogar”, sin sacrificar con ello la confortabilidad o la belleza, pues: “No nos bastan cuatro limpias paredes. Necesitamos que el individuo recupere sus derechos y asuma sus deberes. La vivienda sana y confortable le impondrá obligaciones de cultura y perfeccionamiento personales, y el Estado, la Caja de Seguro Obligatorio, velando por él, le harán las prestaciones necesarias y oportunas”.
Publicado originalmente en Academia Libre el 26 de marzo de 2022
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