Visión sinóptica de Edgar Allan Poe
Edgar Allan Poe nace el 19 de enero de 1809 en Boston, Massachusetts, siendo el segundo de tres hermanos. Su padre, David Poe, fue un actor sin grandes luces, opacado por el talento de su esposa, la también actriz Elizabeth Arnold, quien, luego de un agudo periodo de ruina económica y sumido en el alcoholismo, abandona a su familia. Elizabeth, por su parte, ve interrumpida su carrera en las tablas debido a la tuberculosis, encontrando la muerte el 8 de diciembre de 1811 a la edad de veinticuatro años. Así, en el desamparo, los hermanos fueron separados, siendo el pequeño Edgar acogido caritativamente por parte del matrimonio formado por Frances y John Allan, un próspero comerciante de Richmond, Virginia, de quien tomaría su apellido, pese a no haber sido adoptado formalmente. Cuando el niño contaba con alrededor de seis años, se trasladan a Inglaterra, lo cual le permitió ponerse en contacto a muy temprana edad con la cultura escocesa. Luego se mueven a Londres, donde el joven Poe ingresa a un colegio en Chelsea, aprendiendo francés y latín, siguiendo sus estudios en un colegio ubicado en los suburbios de la ciudad. Pese al notable acervo que el futuro gran escritor estaba adquiriendo, esta etapa sería recordado por Poe como un tiempo de profunda tristeza y soledad, sentimientos que compartía con su madrastra.
Debido al fracaso en los negocios en territorio inglés, los Allan regresan a Richmond, donde Edgar inicia sus estudios en los mejores colegios de la región, accediendo al conocimiento de clásicos como Virgilio, Ovidio, Homero, Cicerón, entre otros, desarrollando precozmente su interés por la literatura. Es en este contexto donde, a los catorce años, enamorado de la madre de uno de sus compañeros de estudios, escribe el poema A Elena, donde se lee: Elena, es tu beldad para mi alma / cual las naves nicenas que otro tiempo / sobre fragrante mar, tendido en calma, / llevaban dulcemente al peregrino / hacia la patria orilla.
Según el crítico y biógrafo Van Wyck Brooks, ya en esos años era posible notar la personalidad ansiosa, irritable, insegura y la tristeza en los ojos del joven escritor. Las pesadillas y terrores nocturnos se habían hecho frecuentes. “Esta compleja inseguridad de índole física, social, y posteriormente financiera, explicaría en gran medida la vida y el carácter de Poe, condicionando asimismo en gran parte todo su trabajo literario”, señala Brooks. Para este entonces, las desavenencias entre el joven Poe y su padre adoptivo ya eran manifiestas.
A la edad de diecisiete años se matricula en la Universidad de Virginia para estudiar lenguas, institución fundada por Thomas Jefferson que mantenía un sistema de autogestión estudiantil, donde ellos mismos organizaban las materias de estudio, su manutención y gestión e información a las autoridades en caso de irregularidades. Poe, haciendo gala de un brillante desempeño académico, se manifestó sumamente escéptico y crítico de este sistema, poniendo en duda la capacidad de esta joven democracia para sustentarse. Como apunta Van Wyck Brooks, el joven escritor “expresó a menudo su falta de fe en la perfectibilidad humana o en las comunes nociones acerca de la igualdad, el progreso y la mejora social que caracterizaron a la época de Jefferson”. Este escenario de escaso control habría favorecido las incursiones del joven autor en ciertos vicios. Según habría señalado Julio Cortázar, “El clima de la Universidad era tan favorable como el de una taberna: Poe jugaba, perdía casi invariablemente, y bebía”, cuestión que se tradujo en deudas que debió asumir su padrastro, deteriorándose todavía más una relación que ya se encontraba altamente tensionada.
Al cabo de un año abandona la Universidad de Virginia, trasladándose a Norfolk y luego a Boston, donde se dice que habría intentado incursionar en el periodismo. Sin embargo, al poco tiempo, teniendo dieciocho años de edad, se enlista en el ejército, llegando a ser ascendido al grado de sargento mayor de artillería. De este tiempo es su breve primer libro: Temerlán y otros poemas, donde, en el prólogo, se indicaba que su contenido habría recogido escritos anteriores a sus catorce años. De esta obra se habrían impreso solo cincuenta copias, pasando prácticamente inadvertida. Después de sufrir la muerte de su madrastra, cuestión que conmocionó profundamente a Poe, publica su segundo libro: Al Aaraaf, de 1829, el cual fue duramente denostado; sin embargo, personalidades de renombre, como la escritora Sarah Hale y el crítico John Neal, elogiaron el escrito, señalando que apuntaba hacia las grandes filas de la literatura.
Expulsado del ejército y distanciado definitivamente de su padrastro, publica en 1831 su tercera obra, titulada simplemente Poemas, que reeditaba composiciones de sus obras anteriores e incluía algunas inéditas, y que dedicaría al cuerpo de cadetes de los Estados Unidos de América.
Hacia 1931, en Baltimore, ocurre la muerte de su hermano mayor, no obstante, gozó de una relativa calma que, en términos literarios, significó un viraje paulatino desde la poesía, que hasta la fecha había ocupado sus mayores atenciones, hacia la prosa, incursionando de manera sistemática en el cuento, el cual también poseía la fama de ser más vendible, en épocas en las que Poe ya no contaba con los auspicios de su padrastro y vivía en una situación de pobreza que se habría extendido por al menos cuatro años. En su camino para desarrollar una carrera como escritor, el autor se vio atravesado por grandes dificultades, pues la industria editorial se encontraba sumamente deteriorada por efecto de una sucesión de crisis económicas que alcanzaría su clímax en el llamado Pánico de 1937, donde las quiebras bancarias y el desempleo llegaron a máximos históricos.
Algunos de sus relatos cortos son publicados en el periódico Saturday Courier, de Filadelfia. Entre ellos, el que se considera como el primero del autor: Metzengerstein: Un cuento a imitación del alemán, de 1832, que, relatando la rivalidad entre dos poderosas familias, sintetiza las convenciones de la ficción gótica. Al año siguiente, y en medio de grandes penurias económicas, recibiría un premio en dinero por parte del periódico de Baltimore Saturday Visiter, otorgado por el cuento Manuscrito encontrado en una botella, el cual fue objeto de especiales elogios desde el comité editorial del medio. Este cuento llamó poderosamente la atención de John P. Kennedy, un adinerado burgués de Baltimore, quien le prestó ayuda económica y lo puso en contacto con el editor del Southern Literary Messenger, en Richmond, revista “Dedicada a todos los ámbitos de la literatura y las artes”, según señalaba su descripción. Poe llegó a ocupar el puesto de redactor en 1935; sin embargo, sus problemas con el alcohol hicieron que abandonara este oficio. Por ese tiempo contrajo matrimonio con Virginia Eliza Clemm, quien, al momento de la unión, tenía trece años. Autores como Joseph W. Krutch y Edmund Wilson, han señalado que tal vínculo marital no estuvo exento de problemas en materia de intimidad sexual, cuestión que encuentra ecos en la apreciación que Charles Baudelaire hace respecto de la obra de Edgar Allan Poe, subrayando que en ella no se encuentran pasajes que aludan a las pasiones sensuales, la lujuria o temas afines.
Bajo la promesa de mejorar su comportamiento, Poe es readmitido en el Southern Literary Messenger, cuyo crecimiento había hecho que el medio tuviese ahora alcance nacional. Durante esta época, y hasta 1837, el escritor publicó poesía, crítica literaria, reseñas de libros, obras de ficción, etc. Esto le permitió alcanzar cierta notoriedad en el mundo de las letras, sobre todo por la agudeza de sus juicios, que motivaban importantes intercambios epistolares que posicionaban aún más su nombre, aun cuando esto le significara algunas enemistades. En esta época, mientras celebraba un segundo casamiento, ahora de carácter público, con Virginia Eliza Clemm, publica Marginalia, que consta de una colección heterogénea de anotaciones a propósito de sus propias lecturas. Asimismo, por consejo de la editorial Harpers, en Nueva York, se dispuso a escribir La narración de Arthur Gordon Pym, única novela del autor, la cual sería publicada mediante entregas periódicas y, posteriormente, en formato de libro en 1938. La recepción de esta obra resultó especialmente importante e influyente. Autores como H. P. Lovecraft manifestaron una verdadera veneración por el escrito. Julio Verne, a finales del siglo XIX, se permitió homenajear a Poe escribiendo una secuela titulada La esfinge de los hielos, y H. G. Wells llegó a decir que el libro “narra todo aquello que una inteligencia de primer orden era capaz de imaginar sobre el Polo Sur hace un siglo”. No obstante, su éxito literario no encontró un correlato similar en cuanto a lo económico, pues en este ámbito las cosas se habían vuelto insostenibles, cuestión que obligó a la pareja a trasladarse a una pensión en Filadelfia, Pensilvania, considerado el centro literario por excelencia en esos años.
Gracias a su reputación en el Southern Literary Messenger, logró obtener el puesto de redactor jefe en la revista Burton´s Gentleman’s durante aproximadamente un año. aquí continuó escribiendo artículos, críticas, etc. Pero también tuvo lugar la publicación de Cuentos de lo grotesco y arabesco, de 1839, que reúne obras emblemáticas como La caída de la casa Usher, Ligeia, Manuscrito encontrado en una botella, El Rey Peste, entre otros. También desempeñó labores en la Gragam’s Magazine, lo que mejoró su situación económica, posibilitando la emergencia de lo que se consideraría como novela policiaca, donde escritos como Los crímenes de la calle Morgue o El escarabajo de oro contienen sus elementos fundamentales. Sin embargo, el fantasma de la enfermedad volvería a presentarse ante el escritor, esta vez por parte de su esposa, quien, en 1942, presentó importantes síntomas de tuberculosis. La angustia suscitada por este amargo evento lo inclinó nuevamente a la bebida y, según apunta el biógrafo y novelista Harvey Allen, también recurrió al opio a través del láudano, sustancia que contenía el alcaloide. Habiendo dejado al Gragam’s Magazine, regresa a Nueva York en compañía de una muy deteriorada Virginia y trabaja intermitentemente como escritor free lance. Se hizo de un puesto en el Broadway Journal y, con el tiempo, llegó a ser su dueño. En 1845 escribe El cuervo, uno de los escritos más famosos de Poe y de la literatura estadounidense.
Finalmente, en 1846, el escritor se ve en la obligación de cerrar el Broadway Journal a causa de problemas financieros, trasladándose al Bronx, llevando a cuestas severas penurias económicas. Un año después Virginia encuentra la muerte después de una fatigosa agonía.
La muerte de Virginia habría impactado profundamente en la conducta de Edgar Allan Poe, la cual, en palabras de Cortázar “es la del que ha perdido su escudo y ataca, desesperado, para compensar de alguna manera su desnudez, su misteriosa vulnerabilidad”. Intentó otras relaciones que, en lo sucesivo, no llegaron a puerto. Sin embargo, tragedias mediante, su ímpetu creador se mantuvo en ejercicio. De este periodo es el poema Ulalume, de 1847, el cual habría sido dedicado a su fallecida esposa. También da origen a Eureka, ensayo cosmológico escrito como poema en prosa dedicado al científico Alexander von Humboldt, donde el autor se propone “hablar del universo físico, metafísico y matemático; material y espiritual; de su esencia, origen, creación; de su condición presente y de su destino” y que fue elogiado por escritores como Paul Valéry o W. H. Auden.
Una vez en Richmond, se reencuentra con un antiguo amor: Sarah Elmira Royster, con quien inicia un noviazgo fijando fecha de matrimonio para el 17 de octubre de 1849. Si bien se aprecia el en escritor un cambio anímico muy favorable, de improviso se le pierde el rastro hasta el 3 de octubre de ese mismo año, cuando se le encuentra vagando por las calles de Baltimore en un franco estado de delirio. Es trasladado al Washington Collage Hospital donde encuentra la muerte al cabo de cuatro días después. Las circunstancias de su extravío y su alteración mental siguen siendo un misterio, habiéndose propuesto hipótesis que van desde el síndrome de abstinencia, pasando por el cólera, la sífilis, la meningitis, hasta el asesinato. Según Cortázar, las últimas palabras del escritor, en un inquietante estado de conmoción, habrían sido: “Que Dios ayude a mi pobre alma”, declaración que encuentra correlatos con una carta fechada el 7 de julio de 1849 dirigida a su tía María Clemm, donde se lee: “Ahora ya de nada sirve razonar conmigo; no puedo más, tengo que morir. Desde que publiqué Eureka, no tengo deseos de seguir con vida. No puedo terminar nada más […] Desde que me encuentro aquí he estado una vez en prisión por embriaguez, pero aquella vez no estaba borracho. Fue por Virginia”.
Atendiendo a los elementos más importantes de su obra, si bien es cierto que fue el relato breve el que llegó a ser su principal forma de escritura, el autor también cultivó otros medios de expresión: la poesía, bajo la influencia de la literatura romántica, el drama, la crítica literaria, el ensayo, reseña de libros, artículos de corte periodístico, etc., llegando a ser uno de los autores más polifacéticos en cuanto a la temática presente en sus escritos. Según el filólogo Antonio Ballesteros: “Poe rompe con los límites literarios tradicionales, creando un palimpsesto, una urdimbre de variedades textuales que se asemejan a los tapices ominosos que pueblan sus relatos fantásticos, proyecciones metafóricas de las geometrías de lo arabesco, el otro término con que nombró sus narraciones. Ávido e inteligente lector, Poe, consciente de que la escritura es un fenómeno especular, maneja de manera suprema la intertextualidad”. Asimismo, anticipa tendencias propias de lo contemporáneo en las letras, abriendo nuevas perspectivas y siendo uno de los fundadores de la literatura simbólica moderna, dotando con gran rigor y carácter estético al cuento fantástico. En este sentido, su obra, escrita hace alrededor de un siglo y medio resultan asombrosamente modernos, siendo todavía fuente de inspiración para la creación literaria.
La obra poética de Poe parte desde una necesidad esencial, indicando que “la poesía es una respuesta –insatisfactoria, en verdad, pero siempre respuesta– a una demanda natural e incontenible” y que tendría que ver con la experiencia de lo bello. En su ensayo El principio poético, el autor sostiene que “la poesía verbal es la creación rítmica de la belleza [donde] el gusto es su único árbitro. Con el intelecto o con la consciencia, solo guarda relaciones colaterales. Como no sea incidentalmente, no tiene nada que ver con el deber ni con la verdad […] ese placer, a la vez el más puro, el más exaltante y el más intenso, se deriva de la contemplación de lo bello. Solo en la contemplación de lo bello podemos alcanzar esa grata elevación o excitación del alma que reconocemos como el sentimiento poético, y que tan fácilmente se distingue de la verdad, que es la satisfacción de la razón”. De ahí que con resignación reconociera que “razones al margen de mi voluntad me han impedido en todo momento esforzarme seriamente por algo que, en circunstancias más felices, hubiera sido mi terreno predilecto”.
En este género destaca Ulalume, escrito en 1847, donde el autor emplea una temática recurrente en su obra: la muerte de una mujer amada, entremezclándose la dimensión tanática y erótica en una danza indisoluble. Este mismo tópico figura en Annabel Lee, un poema publicado de manera póstuma, donde el amor aparece como elemento que trasciende a la muerte y que, según se especula, habría sido inspirado por la propia experiencia de Poe respecto a su relación con su esposa, Virginia Eliza Clemm. Y, por supuesto, El cuervo, que ocupa un lugar destacado no solo en términos de su creación poética, sino en su obra en general, donde el conflicto entre el deseo de recordar y el de olvidar atraviesan todo el texto, llevando al protagonista a la locura.
Por otro lado, si se habla del drama, como género literario en la obra de Poe, habría que señalar que es el menos cultivado, encontrando ecos solamente en Politian, ficción ambientada en la Roma del siglo XVI, que comenzó a escribir en 1835, pero nunca llevó a término. Sucede algo similar en el campo de la novela, donde, como se ha mencionado antes, solo se tiene La narración de Arthur Gordon Pym, de 1938, que sí llegó a publicar y que obtuvo grandes reconocimientos.
Pero es en la prosa donde el escritor fue más prolífico, tanto en la forma como en las temáticas de sus creaciones. Son numerosas los textos de crítica literaria, ensayos, artículos y reseñas de escritores nacidos de su pluma, textos que fueron apareciendo continuamente en diarios, revistas, semanarios, etc., en los que desempeñó labores a lo largo de su carrera. Escribió sobre Samuel Taylor Coleridge, Charles Dickens, Nathaniel Hawthorne, Jamen Fenimore Cooper, entre muchos otros. También dedicó páginas a la teoría estética, tanto de su propia producción como de autores que gozaban de cierta notoriedad en aquella época, como es el caso del poeta Henry W. Longfellow, a quien critica severamente el su ensayo El principio poético. Con este ejercicio, Poe mostró de forma muy clara que el oficio de la creación artística podía llevarse a cabo conjuntamente con estudios críticos, aunque tal experiencia le haya granjeado más de alguna enemistad debido a lo punzante y riguroso de su pluma.
Es el relato breve y el cuento donde el escritor obtiene logros notables, pues si bien a mediados del siglo XIX en los semanarios, revistas y periódicos abundaban los relatos de este estilo, Edgar Allan Poe logró elevar su estatus gracias a su habilidad literaria, logrando condensar la acción, su poder dramático y narrativo e incorporando ágilmente el uso de la prosa de forma poética, lo que se tradujo en una forma de contar las historias más unificada, intensa y expresiva como no se había tenido registro anteriormente. De esta manera, los cuentos y relatos breves de Poe superaban con creces las expectativas que se tenían sobre este tipo de escritura durante esos años, pero que, sin embargo, eran producto de un esfuerzo superlativo. Algunos elementos fundamentales sobre el trabajo literario quedan plasmados en su ensayo La filosofía de la composición, de 1846, donde desnuda el oficio de quien ha decidido dedicar su interés a las letras, despojándolo del aura de misticismo inspirado que algunas veces se le adjudica. En este sentido, el autor señala que “La mayoría de los escritores –y los poetas en especial—prefieren dar a entender que componen bajo una especie de espléndido frenesí, una intuición extática, y se estremecerían a la idea de que el público echara una ojeada a lo que ocurre en bambalinas, a las laboriosas y vacilantes crudezas del pensamiento, a los verdaderos designios alcanzados sólo a último momento, a los innumerables vislumbres de ideas que no llegan a manifestarse, a las fantasías plenamente maduras que hay que descartar con desesperación por ingobernables, a las cautelosas selecciones y rechazos, a las penosas correcciones e interpolaciones; en una palabra, a los engranajes, a la maquinaria para los cambios de decorado, las escalas y las trampas, las plumas de gallo, el bermellón y los lunares postizos que, en el noventa y nueve por ciento de los casos, constituyen la utilería del histrión literario”.
La calidad literaria del trabajo en prosa de Edgar Allan Poe ha sido la más productiva si se observa la totalidad de su obra. La contribución más importante a la literatura universal se encuentra precisamente enmarcada en esta categoría, pues es ahí donde el genio creador del escritor alcanza sus mayores logros artísticos, logrando un alcance notable. Así, se ha reconocido la influencia de su obra en el simbolismo francés de finales del siglo XIX, en la estética del decadentismo inglés, en el relato de ficción detectivesca, en la literatura de ciencia ficción, encontrando ecos también en la teoría formalista, estructuralista y en el psicoanálisis. Asimismo, la figura histórica del autor también ha suscitado interés, siendo referido en numerosas ocasiones en obras literarias, musicales y audiovisuales, representando al genio atormentado que fue Poe en variados momentos de su vida.
Edgar Allan Poe, como apunta el traductor Julio Gómez De La Serna “hizo lo que ningún escritor norteamericano había hecho antes: liberar las terribles imágenes que atesora el subconsciente para dejarlas caminar en las páginas impresas y construir sobre ellas una colección de cuentos que le han situado entre los grandes maestros del relato corto y entre los fundadores de géneros como la ciencia-ficción, la novela policiaca o el terror”.
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